72 páginas

Contratapa de Alejandro Schmidt:

 

“Fragmentos de un discurso elegíaco, fragmentos de un discurso amoroso, entre los días, dios en una pausa diminuta

no morimos

solo porque el tiempo pasa en nosotros

recursos de la memoria

trampas de la memoria

mascotas y ceniza

y un poco de magia y bastante de palabra hasta el hueso hasta la carga de silencio.

Esta es una poesía que me resulta íntima.

Más aún que en su anterior libro, Hijos de la casualidad, María Fernanda Regueiro recurre no tan estrictamente al turbio devenir de la existencia sino a  una implacable interpretación.

Dice lo que quiere decir –algo no tan frecuente en la poesía argentina contemporánea- y lo dice con una rémora, un resto, un día la tristeza nos habita, que no termina de pronunciarse. Ese es su encanto.

Dios es una pausa diminuta, en dónde? para quién?

cómo seguir? hasta dónde?

En todas las cosas hay una membrana que se deja traspasar

y en toda palabra verdadera.

Confío en la búsqueda de María Fernanda, en su cercano, remoto hallazgo.

DIOS ES UNA PAUSA DIMINUTA - María Fernanda Regueiro

$11.000
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“Fragmentos de un discurso elegíaco, fragmentos de un discurso amoroso, entre los días, dios en una pausa diminuta

no morimos

solo porque el tiempo pasa en nosotros

recursos de la memoria

trampas de la memoria

mascotas y ceniza

y un poco de magia y bastante de palabra hasta el hueso hasta la carga de silencio.

Esta es una poesía que me resulta íntima.

Más aún que en su anterior libro, Hijos de la casualidad, María Fernanda Regueiro recurre no tan estrictamente al turbio devenir de la existencia sino a  una implacable interpretación.

Dice lo que quiere decir –algo no tan frecuente en la poesía argentina contemporánea- y lo dice con una rémora, un resto, un día la tristeza nos habita, que no termina de pronunciarse. Ese es su encanto.

Dios es una pausa diminuta, en dónde? para quién?

cómo seguir? hasta dónde?

En todas las cosas hay una membrana que se deja traspasar

y en toda palabra verdadera.

Confío en la búsqueda de María Fernanda, en su cercano, remoto hallazgo.