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Contratapa de Mariela Laudecina:

“Suena paradójica y quizá hasta reconfortante la idea de disociación, incluso necesaria, cuando se escribe sobre uno mismo. Para encontrarnos, a la vez, con el yo que se pierde en el instante de la escritura. Y que nos sitúa en donde la rutina se disloca y nos deja del otro lado de nuestra propia habitación. Pero también adentro. Aquí, veremos al poeta que fluye como observador y observado. Es “bloque de hospital que iba a la parada del colectivo”, es testigo de un parto celestial que da a luz a su padre, es el lugar donde lo único imposible es él, es la gente que tiene fe en su belleza. Y la belleza, tiene fe en estos poemas. Marcos sabe cómo hacer para dejarnos en su misma situación. Desamparados en el acto de escribir. Y aferrados a las palabras, porque serán las cosas.”