Contratapa de Dolores Etchecopar:

"Quien habla en estos poemas procura enhebrar un hilo díscolo (¿la memoria?) al ojal invisible que une las almas. De lo que se trata es de empezar a hablar de esa tristeza sin fin.

En la poesía de Laura García del Castaño cada cosa nombrada pierde el equilibrio, se precipita en el torbellino de
vivir, amar, desesperar, escribir. Con movimientos sísmicos, imperceptibles algunos, impactantes los otros, se forma una atmósfera en la que se mueven- muertos y vivos- la madre, el padre, la casa, un perro, el hijo del otro.

Una madre abatida y rotunda arrastra con su andador las sombras de la casa, como un arado hacia el surco final. La hija escucha a través de sus heridas que crujen con la casa, enhebra el ojal invisible. Un padre tiránico puede aplastar como el gajo que se desprende de un eucalipto, pero también cuelga una guirnalda y pone a salvo la memoria de la dicha. La casa abre un mundo de escombros, venenos y bendiciones, polen sobre una vajilla negra, almohadas hendidas por la muerte y la vida.

Una voz visceral, única, potente y vulnerable, mientras se pregunta hasta dónde servir la catástrofe de sí llega fulgurante a esa orilla."

LA RÉPLICA - LAURA GARCÍA DEL CASTAÑO

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"Quien habla en estos poemas procura enhebrar un hilo díscolo (¿la memoria?) al ojal invisible que une las almas. De lo que se trata es de empezar a hablar de esa tristeza sin fin.

En la poesía de Laura García del Castaño cada cosa nombrada pierde el equilibrio, se precipita en el torbellino de
vivir, amar, desesperar, escribir. Con movimientos sísmicos, imperceptibles algunos, impactantes los otros, se forma una atmósfera en la que se mueven- muertos y vivos- la madre, el padre, la casa, un perro, el hijo del otro.

Una madre abatida y rotunda arrastra con su andador las sombras de la casa, como un arado hacia el surco final. La hija escucha a través de sus heridas que crujen con la casa, enhebra el ojal invisible. Un padre tiránico puede aplastar como el gajo que se desprende de un eucalipto, pero también cuelga una guirnalda y pone a salvo la memoria de la dicha. La casa abre un mundo de escombros, venenos y bendiciones, polen sobre una vajilla negra, almohadas hendidas por la muerte y la vida.

Una voz visceral, única, potente y vulnerable, mientras se pregunta hasta dónde servir la catástrofe de sí llega fulgurante a esa orilla."